Ficha técnica.
Nombre: Justicia Solemne
Autor: Reed Woodle Evans
Género: Cuento
Subgénero: Tragedia/Drama/Melodrama
Capitulación: 3 Capítulos compuestos de X capítulos.
Justicia Solemne
Sinopsis (Previa) [Para revisión y cambios posteriores]
Cole Müller es un famoso doctor
en el Interprice Soletto, un prestigiado hospital de CrossValley, en su vida
Cole ha demostrado ser un genio en todo lo que se propone, dado a una ausencia de
figuras paternales por la vida laboral que llevaban maduró rápidamente y se
hizo cargo de su hermano menor Christian. Los pocos momentos familiares eran
algo valioso para la familia Müller. Todo cambia cuando le informan que su
padre ha muerto, tras una breve investigación una verdad atroz será revelada lo
que lo conducirá a una demencia que poco a poco consume su sano juicio,
buscando una verdad aparentemente inexistente este joven junto a unos amigos de
su padre se ven forzados a callar su luto, pero el rencor y el odio son
sentimientos con los que viven día a día y que explotaran de una forma
espontánea orillándolos a cambiar toda la estructura social y política.
Capítulo I: Escape
de Forrestmint
Las trompetas sonaban entre un
alba casi inexistente, los suelos húmedos por el sereno pronunciaban leves charcos
de fango, en la base militar de Forrestmint, un pequeño pelotón hacía
respectivos honores patrios en un cielo algo aclarado el clima se prestaba para
unas actividades de rutina muy enérgicas y la calidez de la tierra llenaban de
confianza a los novatos que se encontraban enfilándose ante el mayor, con
cuidado de guardar una disciplina característica de estos lugares era notable
que no se esforzaban para ello y eran pelotones muy bien adiestrados, miraban
al sargento Mason con atención, un hombre de gran porte, las canas le pesaban
con la madura edad que tenía, unos brazos que despedían una esencia brutal y
arrogante con una expresión serena y firme, como si se tratasen de animales
esperaban una orden para accionar, Mason se paseaba por la larga fila
observando con metodismo si alguno no cumplía con sus órdenes.
-¡Señorita!- dijo con un tono molesto, mientras observaba
los ojos de un joven novicio.
-¡Sí señor!- respondió el joven con leves e inadvertidos
tartamudeos.
-¡Cual es su nombre señorita!-
-¡Sullivan, señor!-
-Bueno señorita Sullivan, déjeme informarle que en mi
escuadrón no tolero las faltas hacia mi persona y mucho menos viniendo de
amateurs como ustedes-
-Permiso para hablar señor-
-Permiso denegado, y no quiero quejas, todos ustedes pueden
agradecerle a la señorita Sullivan mientras dan 1000 vueltas por el campo #7
señores, ¡Vamos ahora!-refunfuño mientras una sonrisa siniestra con gesto de
burla le propinaba al joven Sullivan.
Mientras el mayor Mason se
retiraba los ojos con recelo de sus compañeros lo miraban con una incontrolable
furia, el campo número 7 era una serie estructurada de ejercicios anfibios con una dificultad para aquellos
novicios muy alta, el amanecer estaba comenzando de una forma muy desagradable
mientras todo el pelotón se encaminaba hacia dicho campo, no estuvo de más
preguntar a sus compañeros que había hecho mal para merecer tal castigo, con
mucha confianza le preguntó a Roland, quien era un viejo amigo de él.
-¿A caso está loco ese tipo? ¿Qué he hecho para que se
enojará de esa forma?- preguntaba incrédulamente.
-Tu uniforme, le falta un botón, fíjate bien el botón superior
junto al bolsillo, salimos tan de prisa al escuchar las trompetas que seguro y
no te fijaste-
Al llegar al campo unos
compañeros se encontraban en la cansada y tediosa rutina que les habían puesto
de castigo, sudando en un corto periodo después de empezar, cubiertos de fango.
Y en la entrada se encontraban algunos otros que realmente estaban furiosos lo
esperaban con desasosiego, era evidente que estaba por ocurrir, durante los
siguientes 30 minutos varios compañeros se turnaban para golpear al pobre joven
que cometió una falta que para Mason era
imperdonable, golpes certeros en el abdomen y la espalda con tiroteos y jalones
que desprendían aquel liquido funcional del cuerpo era transpirado a través de
las contusiones creadas por estos, con una mirada perdida y de culpa aceptaba
su castigo por la falta. Ahí en el otro extremo de la base y mirando a través
de unos binoculares se encontraba con una risa mórbida el mayor Mason que sin
lugar a dudas disfrutaba del espectáculo.
-Mayor Mason- Fue interrumpido por una voz áspera y
gruesa-El ministro de guerra Swan y el concejal de armamento Callahan se
encuentran esperándolo.
-Correcto-le respondió mientras se retiraba los binoculares
con vehemencia- y Jones -dirigiéndose al cabo. Lleva al chico del campo 7 a la enfermería.
Anthony Jones era un hombre con
una mirada gentil y apasionada por su trabajo, siempre trataba de humanizar el
aspecto militar y ser justo hasta donde se le permitía, un hombre de tés blanca
y con una masa corporal aceptable y su característica barba de tres días lo hacían
una persona gentil y benevolente en situaciones normales. Aceptando la orden miro por los binoculares
como Sullivan se encontraba encarnado en el césped con fango, con movimientos
torpes y casi inconscientes. De manera oportuna se apresuró a ir por él,
teniendo cautela y con el conocimiento de que Mason se encontraba en una junta
se aproximó al chico y ordenó a todo el pelotón reunirse con él en el lugar.
-Bien chicos, por disipación del mayo Mason estoy a cargo de
ustedes hasta que termine sus asuntos, primero que nada quiero que me digan
quienes fueron los culpables de esto- les cuestionaba mientras ellos
vociferaban casi en un silencio acusador.
La mirada de furia que
resguardaba sus ojos serenos impactó a cada uno de los novatos mientras que con
ingenuidad trataban de armarse de valor para aceptar la culpabilidad. En eso y
para sorpresa de Jones 9 de los 17
novatos se plantaron y aceptaron la responsabilidad de su acto.
-Correcto, muy bien voy a llevar a este joven a la
enfermería, todos excepto ustedes nueve pueden irse a hacer su rutina normal después
de un descanso de diez minutos.
Mientras recargaba en su hombro a
Sullivan, este perplejo se preguntaba en sí mismo que había ocurrido, sin
embargo sus lesiones y el dolor le impedían pensar con claridad hasta que la
última gota de sangre que pudo transpirar abandono sus venas y perdió el
conocimiento. Lo recostó en la camilla mientras intercambiaba un par de
palabras con el médico.
-Cuide bien a este chico, y por favor avísame apenas y
despierte, quisiera hablar con él- le decía con compasión al doctor que solo respondió
con un gesto tan amable como su persona. No era propio de un militar actuar de
forma tan personal, era solo que aquel joven le recordaba a una persona.
Se aproximó al ya conocido campo y dirigiéndose con firmeza
hacía los culpables.
-Síganme caballeros- les decía con calma autoritaria. Ellos acataban
sus órdenes al pie de la letra.
Lo siguieron por un largo tramo,
que se ocultaba bajo un pequeño y modesto bosque de la propiedad militar, ahí
bajo los frondosos árboles se encontraba una pequeña cabaña, y alrededor de
esta pequeños postes de piedra calados como troncos.
-Ahora soldados, ¿Qué los motivo a hacer tales acciones?-les
preguntaba de forma culposa.
-Señor, permiso para hablar señor- se dirigió a él un joven
de piel morena con una mirada penetrante y ceño fruncido.
-Sí adelante, permiso concedido, dígame su nombre soldado-
-Señor, soy el soldado Mayers, lo hemos hecho por simple
enojo señor-
-Idiota era una pregunta retórica, sé muy bien las causas,
¿Pero acaso ustedes miden las consecuencias? Tal vez sea poco ortodoxo o demasiado
y a veces arcaico pero a fin de cuentas él es su compañero, en una batalla el
enojo nubla los objetivos y si ese es el caso deben aprender a controlarlo, alrededor
de ustedes hay unos postes de roca quiero que cada uno de ustedes se ponga de
pie a uno- en ese momento entro a la cabaña tardando no más de cinco minutos.
Sacó una gran cuerda gruesa y
áspera junto a una navaja grande con ligeros tiñes de óxido, comenzó a partir
la soga en medidas simétricas, en ese momento al concluir se aproximó a cada
uno de los hombres atándolos por las manos que rodeaban los grandes postes de
piedra.
-Esto sería más fácil si no estuviesen atados pero deben
probar y aceptar lo que les digo.
Cuando concluyó de amarrarlos,
con los cuerpos de cara a él y las manos a la espalda aseguradas al poste uno
por uno comenzó a propinarles una golpiza aparentemente injustificada, con puño
cerrado y una manopla algo estrecha rasgaba los trozos de piel y tela de los jóvenes,
de igual forma su mirada serena y pacifista que entraba al contacto con una
visión sanguinaria comenzaba a cambiar y perder su cordura, sus ojos llenos de
frustración y rabia eran cegadas por la interminable golpiza que uno a uno les propinó
por un par de horas.
-Bueno queridos compañeros- decía con una sonrisa de oreja a
oreja- solo una lección más.
El sol ardía ya a medio día y la
sombra de los árboles no era suficiente para calmar las heridas sangrantes y
desalmadas de los hombres que no se quejaron durante el castigo previo.
-Les voy a contar una pequeña anécdota de mi señores- les
decía mientras se hincaba sobre su rodilla.- hace un par de años cuando yo
apenas estaba comenzando igual que ustedes, se infiltraron a la base donde me
encontraba en “Winchertson”, claro ahora solo es un lugar desolado al igual que
“Le Soledad”, pero el caso es que en ese momento me llamó el Mayor Mason para
una prueba, mi objetivo era sacar información de aquellos dos espías que habían
cometido la osadía de infiltrarse ahí <Malditos rusos>- Se alzaba el pantalón
del tobillo dejando su calceta descubierta mientras la bajaba con calma, y
vislumbraba un contenedor pequeño de cuero negro que abrió y metió sus toscos
dedos-El caso es que para mí crianza entre familia de militares nos habían
mostrado un método muy eficaz para conseguir esto- Sacando el objeto con
discreción se aproximó la parte trasera del poste donde se encontraba Mayers y
con un tacto agraciado sujetó uno de sus dedos mientras que con la otra mano
encarnaba en él una muy delgada y mediana aguija entre las uñas del soldado. Uno
grito resonador se hizo notar en aquel bosque mientras este disfrutaba de su
dolor con sutileza.
En la sala de juntos resonó el grito que dejo perplejos y
asustados de forma alarmante al ministro y concejal, quienes entre tartamudeos
y alteración preguntaron qué sucedía y que eran esos gritos.
-Seguro alguien hizo enojar a Jones- respondió con una leve
carcajada.
En la enfermería el grito fue tal que despertó repentinamente
a Sullivan, quien confundido se reclino en la cama con un dolor ya reducido.
-Será mejor que no te levantes de la cama Sullivan, si no
podrías arruinar mi trabajo- le decía una voz que se encontraba en la habitación
continua.
-¿Qué sucedió Dr. Müller?- le replicaba el joven.
-¿Después de la golpiza hablas? Pues nada Jones te trajo,
pero espera debo avisarle que has despertado- en ese momento alguien irrumpió
la habitación.
-Dr. Müller, el Mayor Mason quiere verlo, se encuentra en la
sala de juntas, y es una orden inmediata. Decía un hombre militarizado con
cicatrices en el rostro.
-De acuerdo, voy de inmediato, creo que Jones tendrá que
esperar- y con esa frase se despidió de Sullivan.
Jones por su parte
disfrutaba bañando de alcohol para sanar las heridas que les había propinado a
los nueve jóvenes, mientras estos aun yacían atados.
-Me voy caballeros, espero y nos alcancen para la hora del
almuerzo.
Durante unos minutos sostuvo una
caminata de vuelta a la enfermería esperando hablar con Sullivan, y una cara de
entristecimiento lo hacían arrepentirse de aquellas acciones que había
cometido, de repente con aguja atravesó su propia mano en nueve ocasiones todas
ellas atravesándola como si de una hoja de papel se tratase, todo esto mientras
seguía de pie y caminando con apuro, sacó una venta y envolvió su mano en ella.
Para cuando llego a la enfermería Sullivan estaba despierto mirando hacia la
ventana los pelotones trotando con firmeza y disciplina.
-Así que ya despertaste- dijo sonriente.
-Mayor Jones-, disculpe fue culpa mía que los castigaran a
todos- decía con dolencia.
-Para nada Sullivan, ellos deben aprender que son un equipo
y la falta de uno todos la tienen que remediar, así como compartir sus éxitos deben
compartir sus fracasos, ven vamos por algo de comer.
-Señor, no es propio de un soldado actuar de esa manera- le
replico con recelo.
-Así que eso te han enseñado Sullivan, no me quejo pero es
que me recuerdas tanto a mi hermano menor, perdón no debería poner mis
sentimientos en esto ya que las batallas no se ganan a base de eso-, discúlpame-
dijo agachando la mirada.
-Bueno, no es que tenga algo de malo, yo igual extraño mucho
a mi hermanito, quien está a una larga distancia de mí y creo poder saber ese
sentimiento que tiene. En ese instante se levantó de la cama y con un gesto de
bondad le indico que fueran al comedor. Caminaron en el interior de las
instalaciones hasta llegar a la sala de juntas que estaba de paso.
-Sin objeciones Mason, tienes 30 minutos para sacar a tus
hombres, solo venimos ordenarte primordialmente al Dr. Müller- Decía el
Concejal.
Jones algo confundido se quedó escuchando atentamente esa frase
y acallo los suspiros gimientes de Sullivan.
-Entonces es necesario decir que fue un accidente ¿Cierto?-
preguntaba Mason al concejal.
-No es necesario el después, si no el ahora Mayor, Dr. Puede
ir por sus cosas por favor. Y usted avísele a sus hombres cercanos solo tiene
30 minutos Mason- le dijo el ministro.
En ese momento un vértigo invadió
a Jones y su instinto le hizo saber que algo estaba por ocurrir,
desenfrenadamente y con pasos
apresurados pero sigilosos se dirigieron de nuevo a la enfermería, entre la
confusión de Sullivan, Jones le pidió recostarse en la cama, para ese momento
los pasos de Müller se acercaban al lugar de forma desenfrenada.
-Señores, que bueno que me los encuentro aquí- decía de forma
rápida y casi inentendible, mientras buscaba entre todas sus cosas una memoria
flash- debo ser breve debido a las circunstancias, aran explotar el lugar-
Jones y Sullivan incrédulos intentaron interrumpir al doctor sin éxito alguno-
les dije que no hay tiempo- continuaba –En la esquina suroeste de las
instalaciones a unos metros de la armería se encuentra un búnker subterráneo que
me pertenece a mí, bueno tengan- les decía mientras les entregaba el objeto- quiero
que le entreguen esto a mi hijo por favor, él se encuentra en la ciudad de CrossValley,
sé que después de darles lo que me piden me van a desaparecer, así que les
ruego que entreguen eso, si toman la ladera sur llegaran más rápido, solo
contamos con 30 minutos.
En ese momento Mason entró a la
habitación.
-Dr. Müller, Jones, surgió un inconveniente, nos vemos en el
helipuerto con el ministro y concejal en 15 minutos, si ves a Toms y Hastings les
informas por favor. Así como vino se fue
apresurado hacia su recámara.
A paso volátil Jones y Sullivan salieron hacia la ladera
sur, con paso apresurado.
-¡Los chicos!-Exclamó Jones que sin dudarlo dos veces dio
media vuelta dirigiéndose hacia el norte donde se encontraba la cabaña.
Sullivan confundido siguió a
Jones con insistencia, aunque la razón no era algo con lo que contaban ambos se
armaron con ese admirable valor para ir a buscar a los jóvenes.
-Jones, a donde con tanta prisa- le preguntó una mujer muy
bien perfilada con un cuerpo esculpido y facciones femeninamente agraciadas que
conjugaban con su morena y ardiente piel.
-Hastings, que bueno que te encuentro, el mayor Mason quiere
verte en el helipuerto, a ti igual Toms, no hay tiempo para explicaciones, debo
ir a la cabaña a buscar unas cosas- y prosiguió su camino.
Hastings y Toms se encontraban
verdaderamente confundidos sin embargo al ver la cara pálida de Jones rápidamente
se dirigieron al helipuerto. Mientras tanto Jones seguía de memoria el camino más
rápido para llegar a la cabaña, al llegar los jóvenes se encontraban
desorientados pero ya un poco recuperados.
-¡Apresúrate Sullivan! Y desátalos- le decía Jones mientras Sullivan
se quedaba incrédulo al ver en ese estado a sus compañeros, los minutos pasaban
y estaban a escasos de la inminente tragedia, ambos lograron soltar a los
soldados y se encaminaban hacía el dichoso búnker.
-Bueno es la hora
mayor Mason- le dijo Callahan.
-Hastings, Toms ¿Dónde está Jones?-Preguntó con
preocupación.
-Se dirigió a la cabaña por sus cosas señor- respondió Toms.
-Mason apresúrese a abordar o lo volaremos a usted con el
lugar- reafirmo Callahan.
-¿Volar? ¿Qué sucede aquí?- Preguntó Hastings con confusión.
-Es una pena era en buen soldado, bueno no hay tiempo les
explicaré en el camino, dense prisa y aborden el helicóptero sin preguntar- les
ordeno Mason con una voz abrumadora.
Cuando ambos helicópteros emprendieron
el vuelo múltiples explosiones comenzaron a suceder en las instalaciones, se
alejaban con un paso acelerado mientras Hastings y Tom intentaban buscar a
Jones entre las densas nubes de ceniza y humo que emanaban del lugar. Jones junto a la pequeña tropa salían apenas
del pequeño bosque.
-¿Pero qué demonios está sucediendo aquí Mayor?- preguntó
uno de los heridos quien respondía al apellido de Swei.
-No sé qué diablos pasa, pero hace un par de semanas nos
ordenaron poner esas minas en toda el área, pero claro aquí no hay ninguna en
el interior del bosque, aunque en todo caso ¿No es raro que Müller nos dijera
del búnker?- preguntó de forma directa a Sullivan.
-Creo que tienes razón algo peor que esto está a punto de
suceder, Pero ¿Cómo atravesar este campo lleno de minas Jones?
-¿Jones?- preguntó Mayer,
que jueguito se traen ustedes dos, seguro se andan revolcando en la
cama.
-Lo siento tiene razón, discúlpeme señor- dijo Sullivan. En ese
instante Jones le acertó un golpe en la mandíbula de Mayers.
-Parece ser que alguien no aprendió la lección- dijo con
sarcasmo, para nuestra suerte se dónde están esas minas síganme con cuidado y
rápido debemos llegar al búnker.
-Doctor, puede activar el reactor, pero ¿seguro que es una
explosión controlada?,
-por supuesto, aunque igual afectara la zona oeste de
SumerHigh, pero simplemente es daño colateral después de todo ¿No? <Espero
que Jones este en el maldito búnker>-
-Desde luego, entonces proceda por favor- dijo el ministro
Swan plácidamente.
“cuenta regresiva para fisión en
cinco minutos”
Sin saber con cuanto tiempo
contaban se apresuraron Jones y lo demás.
-Cuidado por ahí…- y la frase de Jones fue cortada cuando
Woods se paró encima de una mina y explotó desmembrando cada parte de su cuerpo
rociando una leve lluvia carmesí llena de cenizas.
-¡Jason!- exclamó Mayers con furia.
Las minas seguían su objetivo,
que para mala suerte de Julian, Rogers y Jackson fueron directo hacia ellas
logrando una muerte atroz y llena de huesos hechos polvo por la gravedad de la
explosión. Con forme avanzaban se daba cuenta Jones que las minas fueron
cambiadas y que los pasos que debían de dar deberían de ser rápidos y certeros,
sin separarse unos de otros. James otro desafortunado presa del pánico corrió hacia
las instalaciones para ponerse a salvo pero justo a la entrada un gran brote de
fuego volátil lo arrojó desmembrándolo y cocinando su piel a un fuego sagaz y
veloz, justo delante de ellos la pierna
de lo que era James cayó perturbándolos aún más.
-Bien llegamos, adentro todos- decía con un tono demandante
y apurado mientras se metían en una trampilla subterránea para accesar al
búnker.
-¿Todos están bien?-Preguntó Jones., presas del pánico y
alborotados vociferaban maldiciones y preguntas estúpidas.
“Fisión en proceso” una gran explosión
iniciaba en el laboratorio de la base, los árboles se calcinaban y se hacían polvo
al igual que las instalaciones, la onda expansiva abarco varios kilómetros, el
búnker aunque pequeño y compacto resentía la dicha explosión que tambaleaba
hasta salir a la energía que aún seguía expandiéndose a lo largo del lugar. SumerHigh
era un pueblo tranquilo y aledaño, las personas que se encontraban en el oeste
no vieron llegar tan malo y vulgar final, la onda se aproximaba arrasando todo
a su paso y en un haz de luz perpetua arruinaba la vida de las personas,
mujeres niños y adultos perecieron de forma inmediata así como las vastas
estructuras que terminaron en ruines escombros, la flora del lugar era nada más
que cenizas y polvo, claramente se pudo ver como las personas se desintegraban
al contacto, aparentemente se desvanecían como si se tratase de un espectro,
una madre con los ojos llorosos solo pudo abrazar a su bebe recién nacido con
fuerza hacia su pecho, intentando protegerlo por instinto natural. Los hombres
en el helicóptero solo pudieron mirar con orgullo y lucidez aquel hongo que
produjo la explosión, y con la serenidad y frialdad que tienen prosiguieron su
camino como si fuese algo banal. Paso un buen rato antes de que la explosión y
sus consecuencias se calmaran, y ahí en el búnker a medio enterrar se
encontraban inconscientes debido a los bruscos movimientos Jones, Sullivan,
Mayers, Doyle, Charles y Swei.
El reporte oficial de aquella
masacre, se dio a conocer como el desastre de Forrestmint que sin lugar a dudas el gobierno encubrió
como un accidente trágico enjuagándose sus manos con la vida de las personas
que se cobraron para rescatar algo aún más terrible que apenas iba a dar
inicio.
“En memoria a las víctimas del desastre de Chernobyl”
Ahí en el hospital Interprice
Soletto un joven se lavaba las manos después de una ardua cirugía, un
escalofrío recorrió su cuerpo y sentimientos encontrados salieron a flote, mientras
que con nostalgia miraba en su móvil una foto de su familia, en la cual se
encontraba el Doctor Müller.
Capítulo II: Los
que caen en el anonimato.
Capítulo III: La
patente de Isaac Müller.