martes, 27 de enero de 2015

PREVIEW: JUSTICIA SOLEMNE POR: REED WOODLE EVANS

Queridos lectores hoy quiero compartir con ustedes esta primicia de mi autoría, es un escrito titulado "Justicia Solemne" Aunque ciertamente no sabré lo extensa que será la historia espero que me den su opinión del tema, cabe destacar que el capítulo que presento será editado posteriormente para corregir errores ya que solo se trata de un PREVIEW, espero sea de su total agrado.

Ficha técnica.
Nombre: Justicia Solemne
Autor: Reed Woodle Evans
Género: Cuento
Subgénero: Tragedia/Drama/Melodrama
Capitulación: 3 Capítulos compuestos de X capítulos.

Justicia Solemne
Sinopsis (Previa) [Para revisión y cambios posteriores]
Cole Müller es un famoso doctor en el Interprice Soletto, un prestigiado hospital de CrossValley, en su vida Cole ha demostrado ser un genio en todo lo que se propone, dado a una ausencia de figuras paternales por la vida laboral que llevaban maduró rápidamente y se hizo cargo de su hermano menor Christian. Los pocos momentos familiares eran algo valioso para la familia Müller. Todo cambia cuando le informan que su padre ha muerto, tras una breve investigación una verdad atroz será revelada lo que lo conducirá a una demencia que poco a poco consume su sano juicio, buscando una verdad aparentemente inexistente este joven junto a unos amigos de su padre se ven forzados a callar su luto, pero el rencor y el odio son sentimientos con los que viven día a día y que explotaran de una forma espontánea orillándolos a cambiar toda la estructura social y política.

Capítulo I:           Escape de Forrestmint
Las trompetas sonaban entre un alba casi inexistente, los suelos húmedos por el sereno pronunciaban leves charcos de fango, en la base militar de Forrestmint, un pequeño pelotón hacía respectivos honores patrios en un cielo algo aclarado el clima se prestaba para unas actividades de rutina muy enérgicas y la calidez de la tierra llenaban de confianza a los novatos que se encontraban enfilándose ante el mayor, con cuidado de guardar una disciplina característica de estos lugares era notable que no se esforzaban para ello y eran pelotones muy bien adiestrados, miraban al sargento Mason con atención, un hombre de gran porte, las canas le pesaban con la madura edad que tenía, unos brazos que despedían una esencia brutal y arrogante con una expresión serena y firme, como si se tratasen de animales esperaban una orden para accionar, Mason se paseaba por la larga fila observando con metodismo si alguno no cumplía con sus órdenes.
-¡Señorita!- dijo con un tono molesto, mientras observaba los ojos de un joven novicio.
-¡Sí señor!- respondió el joven con leves e inadvertidos tartamudeos.
-¡Cual es su nombre señorita!-
-¡Sullivan, señor!-
-Bueno señorita Sullivan, déjeme informarle que en mi escuadrón no tolero las faltas hacia mi persona y mucho menos viniendo de amateurs como ustedes-
-Permiso para hablar señor-
-Permiso denegado, y no quiero quejas, todos ustedes pueden agradecerle a la señorita Sullivan mientras dan 1000 vueltas por el campo #7 señores, ¡Vamos ahora!-refunfuño mientras una sonrisa siniestra con gesto de burla le propinaba al joven Sullivan.
Mientras el mayor Mason se retiraba los ojos con recelo de sus compañeros lo miraban con una incontrolable furia, el campo número 7 era una serie estructurada de ejercicios  anfibios con una dificultad para aquellos novicios muy alta, el amanecer estaba comenzando de una forma muy desagradable mientras todo el pelotón se encaminaba hacia dicho campo, no estuvo de más preguntar a sus compañeros que había hecho mal para merecer tal castigo, con mucha confianza le preguntó a Roland, quien era un viejo amigo de él.
-¿A caso está loco ese tipo? ¿Qué he hecho para que se enojará de esa forma?- preguntaba incrédulamente.
-Tu uniforme, le falta un botón, fíjate bien el botón superior junto al bolsillo, salimos tan de prisa al escuchar las trompetas que seguro y no te fijaste-
Al llegar al campo unos compañeros se encontraban en la cansada y tediosa rutina que les habían puesto de castigo, sudando en un corto periodo después de empezar, cubiertos de fango. Y en la entrada se encontraban algunos otros que realmente estaban furiosos lo esperaban con desasosiego, era evidente que estaba por ocurrir, durante los siguientes 30 minutos varios compañeros se turnaban para golpear al pobre joven que cometió una falta que para  Mason era imperdonable, golpes certeros en el abdomen y la espalda con tiroteos y jalones que desprendían aquel liquido funcional del cuerpo era transpirado a través de las contusiones creadas por estos, con una mirada perdida y de culpa aceptaba su castigo por la falta. Ahí en el otro extremo de la base y mirando a través de unos binoculares se encontraba con una risa mórbida el mayor Mason que sin lugar a dudas disfrutaba del espectáculo.
-Mayor Mason- Fue interrumpido por una voz áspera y gruesa-El ministro de guerra Swan y el concejal de armamento Callahan se encuentran esperándolo.
-Correcto-le respondió mientras se retiraba los binoculares con vehemencia- y Jones -dirigiéndose al cabo.  Lleva al chico del campo 7 a la enfermería.
Anthony Jones era un hombre con una mirada gentil y apasionada por su trabajo, siempre trataba de humanizar el aspecto militar y ser justo hasta donde se le permitía, un hombre de tés blanca y con una masa corporal aceptable y su característica barba de tres días lo hacían una persona gentil y benevolente en situaciones normales.  Aceptando la orden miro por los binoculares como Sullivan se encontraba encarnado en el césped con fango, con movimientos torpes y casi inconscientes. De manera oportuna se apresuró a ir por él, teniendo cautela y con el conocimiento de que Mason se encontraba en una junta se aproximó al chico y ordenó a todo el pelotón reunirse con él en el lugar.
-Bien chicos, por disipación del mayo Mason estoy a cargo de ustedes hasta que termine sus asuntos, primero que nada quiero que me digan quienes fueron los culpables de esto- les cuestionaba mientras ellos vociferaban casi en un silencio acusador.
La mirada de furia que resguardaba sus ojos serenos impactó a cada uno de los novatos mientras que con ingenuidad trataban de armarse de valor para aceptar la culpabilidad. En eso y para sorpresa de  Jones 9 de los 17 novatos se plantaron y aceptaron la responsabilidad de su acto.
-Correcto, muy bien voy a llevar a este joven a la enfermería, todos excepto ustedes nueve pueden irse a hacer su rutina normal después de un descanso de diez minutos.
Mientras recargaba en su hombro a Sullivan, este perplejo se preguntaba en sí mismo que había ocurrido, sin embargo sus lesiones y el dolor le impedían pensar con claridad hasta que la última gota de sangre que pudo transpirar abandono sus venas y perdió el conocimiento. Lo recostó en la camilla mientras intercambiaba un par de palabras con el médico.
-Cuide bien a este chico, y por favor avísame apenas y despierte, quisiera hablar con él- le decía con compasión al doctor que solo respondió con un gesto tan amable como su persona. No era propio de un militar actuar de forma tan personal, era solo que aquel joven le recordaba a una persona.
Se aproximó al ya conocido campo y dirigiéndose con firmeza hacía los culpables.
-Síganme caballeros- les decía con calma autoritaria. Ellos acataban sus órdenes al pie de la letra.
Lo siguieron por un largo tramo, que se ocultaba bajo un pequeño y modesto bosque de la propiedad militar, ahí bajo los frondosos árboles se encontraba una pequeña cabaña, y alrededor de esta pequeños postes de piedra calados como troncos.
-Ahora soldados, ¿Qué los motivo a hacer tales acciones?-les preguntaba de forma culposa.
-Señor, permiso para hablar señor- se dirigió a él un joven de piel morena con una mirada penetrante y ceño fruncido.
-Sí adelante, permiso concedido, dígame su nombre soldado-
-Señor, soy el soldado Mayers, lo hemos hecho por simple enojo señor-
-Idiota era una pregunta retórica, sé muy bien las causas, ¿Pero acaso ustedes miden las consecuencias? Tal vez sea poco ortodoxo o demasiado y a veces arcaico pero a fin de cuentas él es su compañero, en una batalla el enojo nubla los objetivos y si ese es el caso deben aprender a controlarlo, alrededor de ustedes hay unos postes de roca quiero que cada uno de ustedes se ponga de pie a uno- en ese momento entro a la cabaña tardando no más de cinco minutos.
Sacó una gran cuerda gruesa y áspera junto a una navaja grande con ligeros tiñes de óxido, comenzó a partir la soga en medidas simétricas, en ese momento al concluir se aproximó a cada uno de los hombres atándolos por las manos que rodeaban los grandes postes de piedra.
-Esto sería más fácil si no estuviesen atados pero deben probar y aceptar lo que les digo.
Cuando concluyó de amarrarlos, con los cuerpos de cara a él y las manos a la espalda aseguradas al poste uno por uno comenzó a propinarles una golpiza aparentemente injustificada, con puño cerrado y una manopla algo estrecha rasgaba los trozos de piel y tela de los jóvenes, de igual forma su mirada serena y pacifista que entraba al contacto con una visión sanguinaria comenzaba a cambiar y perder su cordura, sus ojos llenos de frustración y rabia eran cegadas por la interminable golpiza que uno a uno les propinó por un par de horas.
-Bueno queridos compañeros- decía con una sonrisa de oreja a oreja- solo una lección más.
El sol ardía ya a medio día y la sombra de los árboles no era suficiente para calmar las heridas sangrantes y desalmadas de los hombres que no se quejaron durante el castigo previo.
-Les voy a contar una pequeña anécdota de mi señores- les decía mientras se hincaba sobre su rodilla.- hace un par de años cuando yo apenas estaba comenzando igual que ustedes, se infiltraron a la base donde me encontraba en “Winchertson”, claro ahora solo es un lugar desolado al igual que “Le Soledad”, pero el caso es que en ese momento me llamó el Mayor Mason para una prueba, mi objetivo era sacar información de aquellos dos espías que habían cometido la osadía de infiltrarse ahí <Malditos rusos>- Se alzaba el pantalón del tobillo dejando su calceta descubierta mientras la bajaba con calma, y vislumbraba un contenedor pequeño de cuero negro que abrió y metió sus toscos dedos-El caso es que para mí crianza entre familia de militares nos habían mostrado un método muy eficaz para conseguir esto- Sacando el objeto con discreción se aproximó la parte trasera del poste donde se encontraba Mayers y con un tacto agraciado sujetó uno de sus dedos mientras que con la otra mano encarnaba en él una muy delgada y mediana aguija entre las uñas del soldado. Uno grito resonador se hizo notar en aquel bosque mientras este disfrutaba de su dolor con sutileza. 
En la sala de juntos resonó el grito que dejo perplejos y asustados de forma alarmante al ministro y concejal, quienes entre tartamudeos y alteración preguntaron qué sucedía y que eran esos gritos.
-Seguro alguien hizo enojar a Jones- respondió con una leve carcajada.
En la enfermería el grito fue tal que despertó repentinamente a Sullivan, quien confundido se reclino en la cama con un dolor ya reducido.
-Será mejor que no te levantes de la cama Sullivan, si no podrías arruinar mi trabajo- le decía una voz que se encontraba en la habitación continua.
-¿Qué sucedió Dr. Müller?- le replicaba el joven.
-¿Después de la golpiza hablas? Pues nada Jones te trajo, pero espera debo avisarle que has despertado- en ese momento alguien irrumpió la habitación.
-Dr. Müller, el Mayor Mason quiere verlo, se encuentra en la sala de juntas, y es una orden inmediata. Decía un hombre militarizado con cicatrices en el rostro.
-De acuerdo, voy de inmediato, creo que Jones tendrá que esperar- y con esa frase se despidió de Sullivan.
Jones por  su parte disfrutaba bañando de alcohol para sanar las heridas que les había propinado a los nueve jóvenes, mientras estos aun yacían atados.
-Me voy caballeros, espero y nos alcancen para la hora del almuerzo.
Durante unos minutos sostuvo una caminata de vuelta a la enfermería esperando hablar con Sullivan, y una cara de entristecimiento lo hacían arrepentirse de aquellas acciones que había cometido, de repente con aguja atravesó su propia mano en nueve ocasiones todas ellas atravesándola como si de una hoja de papel se tratase, todo esto mientras seguía de pie y caminando con apuro, sacó una venta y envolvió su mano en ella. Para cuando llego a la enfermería Sullivan estaba despierto mirando hacia la ventana los pelotones trotando con firmeza y disciplina.
-Así que ya despertaste- dijo sonriente.
-Mayor Jones-, disculpe fue culpa mía que los castigaran a todos- decía con dolencia.
-Para nada Sullivan, ellos deben aprender que son un equipo y la falta de uno todos la tienen que remediar, así como compartir sus éxitos deben compartir sus fracasos, ven vamos por algo de comer.
-Señor, no es propio de un soldado actuar de esa manera- le replico con recelo.
-Así que eso te han enseñado Sullivan, no me quejo pero es que me recuerdas tanto a mi hermano menor, perdón no debería poner mis sentimientos en esto ya que las batallas no se ganan a base de eso-, discúlpame- dijo agachando la mirada.
-Bueno, no es que tenga algo de malo, yo igual extraño mucho a mi hermanito, quien está a una larga distancia de mí y creo poder saber ese sentimiento que tiene. En ese instante se levantó de la cama y con un gesto de bondad le indico que fueran al comedor. Caminaron en el interior de las instalaciones hasta llegar a la sala de juntas que estaba de paso.
-Sin objeciones Mason, tienes 30 minutos para sacar a tus hombres, solo venimos ordenarte primordialmente al Dr. Müller- Decía el Concejal.
Jones algo confundido se quedó escuchando atentamente esa frase y acallo los suspiros gimientes de Sullivan.
-Entonces es necesario decir que fue un accidente ¿Cierto?- preguntaba Mason al concejal.
-No es necesario el después, si no el ahora Mayor, Dr. Puede ir por sus cosas por favor. Y usted avísele a sus hombres cercanos solo tiene 30 minutos Mason- le dijo el ministro.
En ese momento un vértigo invadió a Jones y su instinto le hizo saber que algo estaba por ocurrir, desenfrenadamente y con  pasos apresurados pero sigilosos se dirigieron de nuevo a la enfermería, entre la confusión de Sullivan, Jones le pidió recostarse en la cama, para ese momento los pasos de Müller se acercaban al lugar de forma desenfrenada.
-Señores, que bueno que me los encuentro aquí- decía de forma rápida y casi inentendible, mientras buscaba entre todas sus cosas una memoria flash- debo ser breve debido a las circunstancias, aran explotar el lugar- Jones y Sullivan incrédulos intentaron interrumpir al doctor sin éxito alguno- les dije que no hay tiempo- continuaba –En la esquina suroeste de las instalaciones a unos metros de la armería se encuentra un búnker subterráneo que me pertenece a mí, bueno tengan- les decía mientras les entregaba el objeto- quiero que le entreguen esto a mi hijo por favor, él se encuentra en la ciudad de CrossValley, sé que después de darles lo que me piden me van a desaparecer, así que les ruego que entreguen eso, si toman la ladera sur llegaran más rápido, solo contamos con 30 minutos.
En ese momento Mason entró a la habitación.
-Dr. Müller, Jones, surgió un inconveniente, nos vemos en el helipuerto con el ministro y concejal en 15 minutos, si ves a Toms y Hastings les informas por favor.  Así como vino se fue apresurado hacia su recámara.
A paso volátil Jones y Sullivan salieron hacia la ladera sur, con paso apresurado.
-¡Los chicos!-Exclamó Jones que sin dudarlo dos veces dio media vuelta dirigiéndose hacia el norte donde se encontraba la cabaña.
Sullivan confundido siguió a Jones con insistencia, aunque la razón no era algo con lo que contaban ambos se armaron con ese admirable valor para ir a buscar a los jóvenes.
-Jones, a donde con tanta prisa- le preguntó una mujer muy bien perfilada con un cuerpo esculpido y facciones femeninamente agraciadas que conjugaban con su morena y ardiente piel.
-Hastings, que bueno que te encuentro, el mayor Mason quiere verte en el helipuerto, a ti igual Toms, no hay tiempo para explicaciones, debo ir a la cabaña a buscar unas cosas- y prosiguió su camino.
Hastings y Toms se encontraban verdaderamente confundidos sin embargo al ver la cara pálida de Jones rápidamente se dirigieron al helipuerto. Mientras tanto Jones seguía de memoria el camino más rápido para llegar a la cabaña, al llegar los jóvenes se encontraban desorientados pero ya un poco recuperados.
-¡Apresúrate Sullivan! Y desátalos- le decía Jones mientras Sullivan se quedaba incrédulo al ver en ese estado a sus compañeros, los minutos pasaban y estaban a escasos de la inminente tragedia, ambos lograron soltar a los soldados y se encaminaban hacía el dichoso búnker.
-Bueno es la hora  mayor Mason- le dijo Callahan.
-Hastings, Toms ¿Dónde está Jones?-Preguntó con preocupación.
-Se dirigió a la cabaña por sus cosas señor- respondió Toms.
-Mason apresúrese a abordar o lo volaremos a usted con el lugar- reafirmo Callahan.
-¿Volar? ¿Qué sucede aquí?- Preguntó Hastings con confusión.
-Es una pena era en buen soldado, bueno no hay tiempo les explicaré en el camino, dense prisa y aborden el helicóptero sin preguntar- les ordeno Mason con una voz abrumadora.
Cuando ambos helicópteros emprendieron el vuelo múltiples explosiones comenzaron a suceder en las instalaciones, se alejaban con un paso acelerado mientras Hastings y Tom intentaban buscar a Jones entre las densas nubes de ceniza y humo que emanaban del lugar.  Jones junto a la pequeña tropa salían apenas del pequeño bosque.
-¿Pero qué demonios está sucediendo aquí Mayor?- preguntó uno de los heridos quien respondía al apellido de Swei.
-No sé qué diablos pasa, pero hace un par de semanas nos ordenaron poner esas minas en toda el área, pero claro aquí no hay ninguna en el interior del bosque, aunque en todo caso ¿No es raro que Müller nos dijera del búnker?- preguntó de forma directa a Sullivan.
-Creo que tienes razón algo peor que esto está a punto de suceder, Pero ¿Cómo atravesar este campo lleno de minas Jones?
-¿Jones?- preguntó Mayer,  que jueguito se traen ustedes dos, seguro se andan revolcando en la cama.
-Lo siento tiene razón, discúlpeme señor- dijo Sullivan. En ese instante Jones le acertó un golpe en la mandíbula de Mayers.  
-Parece ser que alguien no aprendió la lección- dijo con sarcasmo, para nuestra suerte se dónde están esas minas síganme con cuidado y rápido debemos llegar al búnker.
-Doctor, puede activar el reactor, pero ¿seguro que es una explosión controlada?,
-por supuesto, aunque igual afectara la zona oeste de SumerHigh, pero simplemente es daño colateral después de todo ¿No? <Espero que Jones este en el maldito búnker>-
-Desde luego, entonces proceda por favor- dijo el ministro Swan plácidamente.
“cuenta regresiva para fisión en cinco minutos”
Sin saber con cuanto tiempo contaban se apresuraron Jones y lo demás.
-Cuidado por ahí…- y la frase de Jones fue cortada cuando Woods se paró encima de una mina y explotó desmembrando cada parte de su cuerpo rociando una leve lluvia carmesí llena de cenizas.
-¡Jason!- exclamó Mayers con furia.
Las minas seguían su objetivo, que para mala suerte de Julian, Rogers y Jackson fueron directo hacia ellas logrando una muerte atroz y llena de huesos hechos polvo por la gravedad de la explosión. Con forme avanzaban se daba cuenta Jones que las minas fueron cambiadas y que los pasos que debían de dar deberían de ser rápidos y certeros, sin separarse unos de otros. James otro desafortunado presa del pánico corrió hacia las instalaciones para ponerse a salvo pero justo a la entrada un gran brote de fuego volátil lo arrojó desmembrándolo y cocinando su piel a un fuego sagaz y veloz, justo delante de  ellos la pierna de lo que era James cayó perturbándolos aún más.
-Bien llegamos, adentro todos- decía con un tono demandante y apurado mientras se metían en una trampilla subterránea para accesar al búnker.
-¿Todos están bien?-Preguntó Jones., presas del pánico y alborotados vociferaban maldiciones y preguntas estúpidas.
“Fisión en proceso” una gran explosión iniciaba en el laboratorio de la base, los árboles se calcinaban y se hacían polvo al igual que las instalaciones, la onda expansiva abarco varios kilómetros, el búnker aunque pequeño y compacto resentía la dicha explosión que tambaleaba hasta salir a la energía que aún seguía expandiéndose a lo largo del lugar. SumerHigh era un pueblo tranquilo y aledaño, las personas que se encontraban en el oeste no vieron llegar tan malo y vulgar final, la onda se aproximaba arrasando todo a su paso y en un haz de luz perpetua arruinaba la vida de las personas, mujeres niños y adultos perecieron de forma inmediata así como las vastas estructuras que terminaron en ruines escombros, la flora del lugar era nada más que cenizas y polvo, claramente se pudo ver como las personas se desintegraban al contacto, aparentemente se desvanecían como si se tratase de un espectro, una madre con los ojos llorosos solo pudo abrazar a su bebe recién nacido con fuerza hacia su pecho, intentando protegerlo por instinto natural. Los hombres en el helicóptero solo pudieron mirar con orgullo y lucidez aquel hongo que produjo la explosión, y con la serenidad y frialdad que tienen prosiguieron su camino como si fuese algo banal. Paso un buen rato antes de que la explosión y sus consecuencias se calmaran, y ahí en el búnker a medio enterrar se encontraban inconscientes debido a los bruscos movimientos Jones, Sullivan, Mayers, Doyle, Charles y Swei.
El reporte oficial de aquella masacre, se dio a conocer como el desastre de  Forrestmint que sin lugar a dudas el gobierno encubrió como un accidente trágico enjuagándose sus manos con la vida de las personas que se cobraron para rescatar algo aún más terrible que apenas iba a dar inicio.
“En  memoria a  las víctimas del desastre de Chernobyl”

Ahí en el hospital Interprice Soletto un joven se lavaba las manos después de una ardua cirugía, un escalofrío recorrió su cuerpo y sentimientos encontrados salieron a flote, mientras que con nostalgia miraba en su móvil una foto de su familia, en la cual se encontraba el Doctor Müller.

Capítulo II:          Los que caen en el anonimato.
Capítulo III:        La patente de  Isaac Müller.











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